La solución Clooney
Un grupo de chicos se encuentra en un bar una noche de sábado. Otro grupo de amigas que entra en el local despierta su atención. Entre ellas destaca una rubia platino que les resulta poderosamente atractiva a todos. Movidos por instintos presumiblemente biológicos, cada chico considera por separado si acercarse a hablar a la rubia –consciente de que podría competir con otros y, como resultado, terminar hablando solo en la barra– o irse a charlar con una de las otras chicas –todas morenas– sin competencia y, por tanto, con éxito (dialéctico) asegurado.
Una versión de esa estereotipada situación ocurre, además de en bares y sábados innumerables, en una escena de la premiada película “Una mente maravillosa” (2001) protagonizada por Russell Crowe en el papel del matemático norteamericano John Nash.
La situación presenta un dilema de interacción psicológica entre los chicos. Cada uno piensa en adoptar su estrategia –acercarse a la rubia o a una morena‑ fuertemente condicionado por las decisiones de los otros e independientemente de ellos. Si cada uno va por una chica diferente, todos consiguen charlar con una, aunque estará más contento el que consigue charlar con la rubia. Si más de uno se arrima a la rubia se produce un bloqueo: sea porque se estorban entre ellos o porque la rubia se aturulla, ninguno se empareja ‑en sentido dialéctico, de entrada‑ con la rubia. Pero tampoco con otra, porque las morenas les rechazarán al verse como “segundo plato”.
Puede que todos se den cuenta de que se trata de organizarse. Parece fácil pero, si no hay negociación previa entre los chicos, no lo es. Para empezar, cada uno se percata de que su resultado favorito –“para mi la rubia”– está en conflicto puro con los de los demás. Si cada chico piensa entonces en ir por una morena para evitar lo peor –monologar en la barra ‑, resulta que la rubia se queda sola, que es descabellado para cualquiera. Entonces considera cambiar e ir a la rubia, pero así se encuentra con lo peor, porque todos habrán pensado lo mismo y estará rodeada. Por evitarlo, contempla asegurarse y cambiarse a una morena,… pero ahora empieza a dolerle la cabeza porque de nuevo aparece el resultado descabellado. Ese razonamiento circular perverso es característico de situaciones sociales como la del bar y parece un serio obstáculo para conseguir resolverlas eficientemente.
En realidad, sí existe solución lógica eficiente para el asunto del bar. Y es la que se puede intuir observando sus trasuntos cada fin de semana en los bares: uno va por la rubia y el resto por morenas. Es eficiente individualmente: nadie querrá cambiar su estrategia porque así sólo conseguiría empeorar su situación. Ese concepto de eficiencia es fundamental para la organización descentralizada de decisiones interactivas, que es ponerle un nombre estupendo a la solución del problema del bar. ¡Y tan estupendo! Ese concepto de solución –acompañado del teorema que garantiza que siempre tiene sentido en situaciones como la del bar‑ le consiguió a Nash el Premio Nobel de Economía en 1994. Después de 93 años de historia del Premio, el del trabajo de Nash –que ocupó menos de una página en la prestigiosa revista que lo publicó‑ fue el primero concedido por un resultado matemático puro.
Así que dilema resuelto. Tras analizar el problema, todos los chicos llegarán a la solución de Nash: uno va por la rubia, el resto por morenas. Sin embargo, la solución tiene un “pequeño” defecto: que no es una solución, sino muchas. Hay tantas soluciones como chicos en el grupo. Así que dilema por resolver: ¿cuál de ellos va por la rubia?
La trama plantea ahora un nudo de desenlace potencialmente dramático. Ante la imposibilidad de coordinarse para decidir quién va por la rubia, es natural que los amigos consideren acordar explícita o implícitamente la solución de compromiso: todos por morenas. Pero todos tienen incentivos a romper ese acuerdo –abordando a la rubia‑, pensando que los demás lo respetarán. Si todos lo hacen, llega el drama (biológico): todos los chicos sin chicas (y viceversa).
Como en el momento cumbre de un thriller psicológico, el drama se resuelve con final feliz si aparece el héroe para evitar la catástrofe. Resulta que George Clooney resuelve el problema de coordinación del bar de un plumazo. Si el célebre George se encuentra entre los chicos del bar, la solución de Nash que todos eligen simultáneamente –sin comunicación previa‑ es: George con la rubia y los demás con morenas. ¿Por qué? Bueno, porque es evidente que esa destaca entre todas las posibles soluciones de Nash. Una solución de Nash que sobresale por razones evidentes, culturales, históricas o de otro tipo, es lo que Thomas Schellling –Premio Nobel de Economía en 2005– llamó un punto focal. No es necesario elaborar mucho para comprender lo sobresaliente de la solución de George en el bar.
La solución Clooney –el punto focal‑ resuelve innumerables situaciones sociales de desenlace potencialmente catastrófico. Dos enamorados perdidos en el centro de Madrid sin posibilidad de comunicarse y que deben encontrarse a vida o muerte –cosas del amor‑ tienen un problema de coordinación similar al del bar. Existen innumerables posibilidades para reunirse y que la historia acabe bien. Pero ¿cuál elegir? Como por arte de magia, “las doce, en el reloj de la Puerta del Sol” surge como el héroe focal que evita el desastre.
El orden espontáneo que proporcionan los puntos focales puede ser muy diferente en distintas culturas, como ha experimentado cualquiera que haya conducido en, digamos, Nápoles y California. Las respectivas soluciones de coordinación que evitan colisiones entre los vehículos que confluyen en un cruce o rotonda se parecen tanto como una madeja y una bufanda de lana.
En general esas convenciones ‑soluciones de coordinación– son fundamentales en sociedad para evitar colisiones entre los individuos. La vida en las junglas sociales es posible gracias a que los individuos están entrenados por su ecosistema social para comportarse según soluciones Clooney.
PS. Una versión más extendida de este artículo fue publicada en junio de 2008 en +Plus Magazine (Universidad de Cambridge) y recibió el Premio Plus New Writers Award de ese año.
Por cierto:
Difiero en tu versión sobre la existencia de punto focal en el caso de dos enamorados: Él acabaría en un bar junto al Santiago Bernabeu (o similar) y ella en el Bershka de la Gavia. Esto sí es matemático, y tiene demostración….
Absolutamente genial, no me canso de elogiar a S.M.
Pero necesitamos la segunda parte de todo esto: el análisis de las consecuencias de la solución Clooney, es decir, la necesidad de la existencia de líderes (puntos focales) para alcanzar ciertos equilibrios en la sociedad.
Habrá que esperar… Merece la pena…
“Los caballeros las prefiern rubias
pero se casan con las morenas” Anita Loos, 1888-1981
Las señoras los prefieren inteligentes. H. Molina