Importancias
¿Se puede medir la importancia de las personas? Antes, debe convenirse qué se entiende por “importancia”. Cuando se trata de ganar –pongamos, dinero, votos, o torneos- la métrica natural de las cosas establece el orden de importancia en las correspondientes listas –Forbes, del senado o de leyendas del deporte. Si se trata de comparar los miembros de esas y otras listas –churras y merinas; o los del censo demográfico completo, vaya- la única métrica común razonable es la de la importancia social, la que se otorgan los individuos entre sí.
Además del término, también la cuestión de la importancia social está sólo claroscura. Por un lado, una gruesa legión ‑de las que hacen share‑ empezaría ordenando el censo con algún personaje cuyo único mérito reconocido es protagonizar su propio show de Truman, llevándose, eso sí, una pasta tan gansa como su actividad. Por otra parte, la crítica en un reconocido medio escrito relataría con asombro cómo es posible que la imprescindible y premiada película del groenlandés Uuf Kesopor –es un suponer- haya pasado tan desapercibida.
Sea cual sea la opinión de uno, es difícil argumentar en contra de la “importancia”, tanto de la chica Truman como de Kesopor, y por motivos bien diferentes. La chica Truman debe su relevancia a que recibe la atención de muchos individuos anónimos –sin importancia social‑ mientras Kesopor debe la suya a muy pocos individuos, pero de mucha importancia. En el primer caso la significación social se puede llamar popularidad y en el segundo, prestigio. Ambas casan con la idea que uno tiene de importancia social
La idea es que cada individuo reparte su importancia cuando señala o se refiere a otros. Así, un individuo poco importante que refiera a muchos les transmitirá muy poca importancia, mientras que uno de muchísima importancia que lo haga a pocos les transferirá mucha. Este principio general de que los individuos se trasmiten parte de su poca o mucha importancia al referirse unos a otros es de aplicación general y vale en cualquier sociedad: tu familia, tu grupo de amigos, tu país, tu mundo…
Como ejercicio de agudeza social se puede intentar aplicar ese principio para ordenar las importancias de los individuos –los círculos- de la siguiente sociedad, en que la red de referencias está representada por la colección de flechas orientadas.
El problema consiste en desentrañar el orden de importancias implícito en la red de referencias. Se puede formular como un sencillo sistema de ecuaciones, cuyas soluciones son precisamente las importancias de los individuos. (La solución y algunas ideas se pueden ver aquí.)
En el caso de Internet, los individuos son las páginas web y las referencias son los vínculos o citas entre ellas. Establecer el sistema democrático de referencias para organizar la lista de importancias de las páginas en la Red parece una idea brillante. Y lo es. Mejor dicho, lo fue. Se les ocurrió hace unos diez años a Sergei Brin y Larry Page, por entonces veinteañeros estudiantes de doctorado. Tan brillante idea que la empresa que fundaron para explotarla – Google Inc.- fue valorada en su salida a bolsa, en 2004, en 25000 millones de dólares.
A diferencia de Internet, es difícil llevar la cuenta exacta de referencias para establecer importancias en redes de amigos o de familiares. Aunque misteriosamente la asignación de importancias -y sus roles derivados- funciona también en esas pequeñas redes y suele ser conocida por todos.
Así que la idea de que se adquiere importancia cuando hablan de uno (aunque sea bien, ya) parece que funciona y organiza nuestras diversas redecillas sociales. Eso sí, conviene tener presente que el uso del término “importancia”, en el sentido de Google, es tan sólo un convenio. De otro modo, puede producir estupor –con riesgo de pérdida de fe en la ciencia- contemplar que ciertos personajes mantengan importancia alguna –de la de la RAE u otra – adquirida a través de los comentarios perpetrados por algunos “colaboradores” de media chous o de tertulias universales o, casi peor, por algunos comentaristas deportivos. Se hace difícil entender que muchos de ellos transmitan importancia – aunque sea de la de Google.
Qué importante (RAE) es que se comuniquen estos conceptos de forma tan positiva, clara y cercana, o sea, integrable en la vida misma. Más popularidad!!